A esos pechos que enamoran
Delicadas telas sus tersos pechos acariciaban,
el canalillo acogedor y hospitalario
a la pasión más encendida incitaba,
sugiriendo poemas de amor;
la mitad de sus senos prominentes se asomaban
queriendo escapar,
buscando la ansiada libertad.
Sus pezones la tela rasgaban,
pidiendo por una tenue brisa ser acariciados.
No podía dejar de mirarla,
no podía apartar la mirada
de aquellos cariñosos pechos,
dulces como melocotones en almibar
-se me hace la boca agua de pensarlo-.
Mis ojos una y otra vez se perdían
en aquella agradable hondonada,
quedando atrapado
y sin querer salir.
El pequeño y travieso Lorca
viernes, 1 de febrero de 2008
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