Embriagado por los zumos de Baco
Y por el perfume encantador
que emanaba de su sabroso cuello
sentía que me rejuvenecía
mientras una y otra vez su cuello mordía,
y era transportado al Olimpo
como si fuera un dios
que saboreaba ambrosía.
El pequeño Lorca
viernes, 1 de febrero de 2008
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