martes, 12 de marzo de 2013

A Príapo travieso

Con qué ímpetu arremetes, Príapo.
¡Cómo te vanaglorias de ser especial,
hijo del dios de las bacanales
y de la de hermosas carnes.
¡Cómo osas entrar en lecho ajeno
sin ser formalmente invitado!
Acompañado de musas,
a las que robas besos y sus gracias.
Sátiros, faunos y silenos
gozan de libre albedrío
en bosques propios o extraños,
yaciendo con tu permiso
y esparciendo polvos mágicos.

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