Peregrino que tus pasos arrastras
por la triste senda del campo santo,
penando, donde tus lágrimas guardas.
Penitente, que derramas tu llanto,
surcan tu rostro caricias saladas.
Los ángeles están guardando a un santo.
Depresiones de tu cuerpo surcadas
por las lágrimas de un poeta vertidas,
con rumbo a las marismas añoradas.
Descansa en paz, aferrado a la vida.
Las marismas de nuestros agitados
corazones riegan tu flor querida.
¿Quién calmará mis nervios desbocados?
19/3/2014 Día del Padre
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